Satoshi es tan obsesivo con sus investigaciones que usualmente no duerme y hasta se olvida de comer. Izumi, su asistente en el laboratorio, es su "mascota", y tanto ellos como quienes los conocen, saben que es así.
Es sabido que Izumi tiene que ayudar y cuidar de Satoshi, pero tras saber que este último fue atacado por un hombre, los sentimientos de Izumi empiezan a cambiar. Surgen deseos de poseer y hasta monopolizar a Satoshi.